21 de dez. de 2012

“La niña que escribía en tablas de madera” por Cida Alves




El dolor de la escritura 2
Concerto de Lionel Hampton – reprodução de foto de Català-Roca


Estimado leitor, nesse último dia do CALENDÁRIO MAIA compartilho com você a narrativa “LA NIÑA QUE ESCREVIA EN TABLAS DE MADERA*”, trabalho acadêmico produzido na disciplina “Saberes Pedagógicos y Entornos Compejos” - ministada pelo professor José Contreras na Universidad de Barcelona.

Nessa disciplina o professor José Conteras convidou os alunos a se deixarem ser tocados pelos conteúdos (textos, imagens e vídeos) oferecidos em sua disciplina. Um convite que nos convocou à abertura para que as palavras dos textos apresentados nos travessem por inteiro e penetrassem os nossos sentidos (sensações, sentimentos e significados). E a partir dos sentidos atribuídos a esses conhecimentos, Contreras faz um segundo convite, que identificássemos em nossas experiências vividas como educadores saberes que nos ajudassem a construir perguntas pedagógicas, tais como: O QUE É EDUCAR UMA CRIANÇA? QUE SENTIDO TEM O QUE FAÇO? É ISSO O QUE IMPORTA NA EDUCAÇÃO DE UMA CRIANÇA?

Em sua proposta didática, a construção desses saberes deveria expressar a interconexão entre o texto (a teoria), a experiência dos educadores (o vivido) e a escrita reflexiva (o pensado) (VAN MANEN, 2003). Para a realização dessa interconexão Contreras utilizou como instrumento didático a narrativa.

Segue abaixo a segunda narrativa que produzi nessa disciplina e junto a ela deixo fragmentos de textos e algumas imagens e músicas que foram fonte de inspiração da narrativa.

   



“La formación de los profisionales debe comenzar por sus propias experiências personales. Una de las clave esenciales para trabajar el tema de violencia es que los profesionales necesitan obtener claridad sobre el tema de forma personal antes de poder trabajar sobre él como profesionales. Los câmbios actitudinales y de comportamiento en cualquier tema implican um enganche afetivo, tanto más en el tema de la violencia, a la que están tan acostumbrados que a veces ni siquiera la perceben como tal al vivirla” (HORNO, 2009, p.117).



 

La niña que escribía en tablas de madera

María era una niña de ojos codiciosos; siempre veía rebosar sabor en el Mundo y en los acontecimientos de vida a su alrededor. Con los ojos, las piernas, las manos y la boca quería devorar el Mundo. Vibraba por vivir ese Mundo, pues su espíritu era de exploradora, aventurera. María se encantaba con lo desconocido, y quería probarlo sin prisa. 

Le gustaba trepar a los árboles altos y descubrir nuevos caminos cerca de su pequeña ciudad. Quería volar, por lo que siempre estaba probando experimentos. Un día saltó desde el tejado de su casa con un paraguas abierto como para-caídas. Por estas ganas de aventura, María vivía magullada y sucia, con las rodillas peladas, magulladas. Tres veces se fracturó los brazos.

A diferencia de María, su madre era una persona de orden y limpieza. Su mayor alegría era mantener hermosa su casa, siempre ordenada y llena de muebles y adornos preciosos. Cada pequeña cosa de aquella casa habría de permanecer en el mismo lugar para siempre. Ella amaba a sus hijas, por lo que en Navidad regalaba a éstas las muñecas más bonitas; siempre “el último lanzamiento” del año.

Pero la madre de María creía que las muñecas no eran para jugar. Por tanto, después de Navidad ella se ocupaba de guardarlas en un alto armario de su habitación. El orden calmaba su espíritu, mientras que lo inesperado y el lío siempre la hicieron sufrir. 

Hija traviesa, madre ordenada. A tal contraste, la relación entre ambas no era nada amistosa. Guiada por el reto de transformar en obediente a la niña insumisa, su madre siempre la golpeaba. Al dolor de esas palizas, María vivía la sensación más intensa y visceral, extrema, de la injusticia.

Para prevenir ser golpeada más todavía, María ocultaba su llanto. Y, en la soledad de sus escondites, descubrió que la escritura de su historia y el expresar sus pesares la consolaban. Así fue que el escribir tomó sentido en su vida. Sus escritos guardaban el mismo contenido del Blues de los negros estadounidenses: eran el llanto de quien compartía con otros los dolores y sufrimientos propios. Sin embargo, el ritmo de su texto era una mezcla de la improvisación del Jazz y la velocidad del Rock and Roll.

Sin embargo, su deleite con la escritura no duró mucho. Para su desgracia, la hermana mayor siempre acababa por encontrar sus escritos, y entonces los destruía. En el fondo, la intención fraterna era buena: ella no deseaba que María se desarrollase como una persona rebelde. Lo que su hermana no entendía era que escribir se había constituído ya en necesidad en la vida de María.

Y así, para que su hermana no encontrase sus escritos, María empezó a aislarse durante horas en el cuarto de baño y a escribir en pequeñas hojas de papel higiénico. Obstinada en destruir todas las evidencias que María dejaba de las violencias maternas (pues su hábito era reacción consecuente a esas violencias), su hermana descubrió también las hojas en el baño.

Maria era valiente, y, como su madre y su hermana, muy persistente. Nunca dejó de escribir. Para evitar que su hermana siguiera rasgándole hojas, empezó a escribir en pedazos de madera, que su hermana era incapaz de destruir. Así tuvo María su triunfo: incapaz de destruir los escritos sobre la dura madera, su hermana mayor “tiró la toalla”.

¿Por qué María tenía siempre que escribir?. ¿Para ventilar sus quejas?. Ya no se trataba “tan solamente” de eso. Indignada por su sufrimiento de violencia, María escribía a fin de legar mensaje, como hacen los náufragos al echar a la mar sus cartas embotelladas. Ella quería que alguien se apiadara de su dolor, aunque hubiera de ser en un día muy distante. Que alguien, “junto” a ella, se indignase también, y en voz alta dijera que jamás un adulto debe tratar así a una niña.

Pero, ¿quién era el destinatario de aquellas cartas?. María no estaba segura. No sabía más que esto: aquellas era cartas al futuro. Un futuro en que habría personas sensibles a su sufrimiento. Un futuro en el que una persona más fuerte que la pequeña María pudiera ver las injusticias que cometen los adultos contra un niño, y así, aunque de una manera póstuma, proteger, de las violencias de sus padres, a las pequeñas Marías.

Movida por una visceral necesidad de alivio y de hallar consideración a su sufrimiento, María aprendió a escribir. Su escritura ha sido siempre un desbordamiento de aguas revueltas. A través de las notas musicales que hacen sonar las hojas de sus escritos, las palabras tocan siempre acordes de Blues, Jazz y Rock. Aunque la escritura fue una necesidad en la vida de María, como el pan al hambriento y el beber al sediento, siempre llevaba mal sus redacciones de escuela. Sus escritos de escuela fueron una lástima: ella no era capaz de memorizar la ortografía y reglas gramaticales, ni de seguir el rastro de la escritura académica y formal.

Y ahora, como adulta, todavía sufre al escribir. Pues aquí en la escuela el ritmo académico impuesto sobre la escritura es un Minué adverso a María, quien se puede mover nada más que en conformidad con su naturaleza de aguas turbulentas, en aquellos ritmos que los negros estadounidenses inventaran: Blues, Jazz y el viejo Rock and Roll.

Mi pregunta pedagógica:

En el límite entre la cercanía y la distancia que debemos mantener con nuestros alumnos (Manen, 2004), ¿cómo puedo ayudar a María a desarrollar un lenguaje en su escritura que le haga poder expresarse sin vivir la experiencia de dolor y mutilación que el ritmo de Minué le impone?.



Maria Aparecida Alves da Silva

10 de octubre de 2012

 
*Para preservar a beleza do idioma que permitiu que esse texto nascesse e valorizar o precioso trabalho de revisão feito por Tamer Sarkis Fernádes - antropólogo e tradutor , não apresentarei uma tradução em português.
 


Segue abaixo um pouco mais de inspirações:
 
El dolor de la escritura
  Concerto de Jazz na sala Windson – reprodução de foto de Català-Roca










REFERÊNCIAS DO TEXTOS CITADOS:
GOICOECHEA, Pepa Horno. “Amor y violencia – la dimensión afectiva del maltrato”. Editora: Desclée de Brouwe. Bilbao, 2009.
VAN MANEN, Max.“Investigação Educativa y experiencia vivida “. Barcelona: Idea Books, 2003.
Fotos de Francesc Català-Roca – Valls 1922 – Barcelona 1998. 

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